24.6.13

El síndrome de Sand




La invención del pueblo judío (Heb. מתי ואיך הומצא העם היהודי‎, Matai ve’ech humtza ha’am hayehudi?, literalmente ¿Cuándo y cómo fue inventado el pueblo judío?) es un controvertido estudio de la historiografía del pueblo judío realizado en 2008-9 por Shlomo Sand, Profesor de Historia en la Universidad de Tel Aviv.

"¿La totalidad la historia de los judíos no es otra cosa que una fabricación intencional?" —Rabí Jonathan Wittenberg, The Invention of the Jewish People by Shlomo Sand, The Guardian, 9 de enero de 2010.

Sand, La invención del pueblo judío, tr. José María Amoroto Salido, Akal, 2011. En su libro, Sand busca demostrar que el mito nacional de Israel hunde sus orígenes en el siglo XIX, y no en los tiempos bíblicos en los que muchos historiadores (judíos y no judíos) reconstruyeron un pueblo imaginado con la finalidad de modelar una futura nación. Sand reconsidera la historia oficial e intenta revelar aquello que él considera ser la construcción de un mito nacionalista y su consiguiente mistificación colectiva.

Antecedentes. Sand comenzó su tarea buscando fuentes que den testimonio de la expulsión de los judíos del área que abarca actualmente el Estado de Israel y sus regiones linderas. Para su sorpresa no pudo encontrarlas, porque tal literatura, según Sand, no existe, y agrega, la expulsión de los judíos de dicha región es entendida como un evento fundacional en la historia judía. La conclusión a la que llegó a través de su subsecuente indagar es que la expulsión de los judíos simplemente nunca tuvo lugar, que nadie exilió a los judíos de esa región, y que la Diáspora es una invención moderna. Según Sand, la presencia de millones de judíos en la cuenca del Mediterráneo y sus áreas linderas fue el resultado del proselitismo religioso judío y la conversión de numerosos gentiles locales. Las conversiones en masa fueron el fruto de las acciones de los Hasmoneos en tiempos del Helenismo y ellas continuaron hasta que el cristianismo fue adoptado como la religión oficial del Imperio Romano en el siglo IV EC.

Orígenes judíos. Sand cree que los ancestros de la mayoría de los judíos actuales proviene de fuera de la antigua Tierra de Israel y que una nación o raza de judíos con un origen común no ha existido jamás. Así como la mayoría de los actuales cristianos y musulmanes son hijos de gente alguna vez convertida a esos credos (y no de los primeros cristianos y musulmanes), lo mismo, supone Sand, ocurre con los judíos. Y agrega, que el judaísmo, al igual que las otras dos grandes religiones monoteistas también alguna vez fue marcadamente proselitista. Gran parte de la población judía del mundo actual es, según Sand, descendiente de grupos euro-asiáticos o africanos.
Contrariamente a lo convencionalmente aceptado, Sand cree que los los judíos que originalmente vivieron en Israel no fueron exiliados luego de la revuelta de Bar Kojba.[1] Él piensa que los romanos les permitieron permanecer ahí. Muchos de esos judíos se convirtieron al islam cuando la conquista árabe de la región para luego asimilarse a esos conquistadores. Sand sostiene que los progenitores de los árabes palestinos de hecho fueron judíos.[2] Escribe además que el exilio del pueblo judío no es otra cosa que un mito promovido por los paleo-cristianos para conseguir reclutar judíos en su nueva fe. Tales cristianos describieron el supuesto exilio como un castigo divino impuesto a los judíos por haber rechazado el Evangelio. "Los cristianos deseaban que las futuras generaciones de judíos creyesen que sus antepasados habían sido exiliados por castigo divino."[3]

Nación judía. Sand ve el nacimiento del "mito" del pueblo judío a partir de la idea de grupo con origen étnico común. Según él, "en cierto momento del siglo XIX un grupo de intelectuales judíos oriundos de Alemania, influenciados por el nacionalismo floclórico de ese país, tomó a su cargo la tarea de inventar a su propio pueblo retrospectivamente y a partir de su propia sed de crear un pueblo judío moderno. Partiendo del historiador Heinrich Graetz y desde entonces, los historiadores judíos comenzaron a delinear la historia del judaismo como la historia de una nación que había sido un reino, que luego se transformó en un pueblo errante y que, finalmente, dió la media vuelta y decidió volver a su lugar de origen."[1]
En este sentido, escribe Sand, dichos historiadores procedían como sus colegas en otros tantos movimientos nacionalistas europeos de la época, ya que también ellos buscaban reasegurar a la población respecto a la existencia de una Edad de Oro en su pasado y que era la prueba contundente de que ellos habían existido como una nación separada e identificable ya desde los albores de la historia. Según Dand, el pueblo judío encontró su Edad de Oro en el "mítico" Reino de David. Antes de esta "invención", nota Sand, los judíos se veían a sí mismos como tales porque compartían una misma religión, no una etnia común.[1]

Retorno del exilio. Sand cree que la idea de que los judíos tuviesen que volver a la Tierra Prometida nada tenía que ver con el judaísmo anterior al sionismo, y que los lugares sagrados para el judaísmo eran entonces entendidos como lugares a ser siempre recordados y no lugares donde vivir. Así, durante dos mil años los judíos se mantuvieron alejados de Jerusalén porque su religión les prohibía volver allí hasta que el advenimiento del Mesías. Los ancestros de los judíos del centro y este de Europa, por otra parte son, según Sand, los jázaros, quienes fueron convirtidos al judaísmo durante el medioevo (y esta teoría ha cobrado vigor a partir de un libro escrito por Arthur Koestler en 1976).[4]

Objetivo de la obra. Entrevistado en 2006, Sand expresó los motivos que lo impulsaron a escribir su libro: "Primero, como israelí, democratizar al estado: hacerlo una verdadera república. Segundo, escribí esta obra contra la tendencia moderna que en el judaísmo busca hacer de la etnia compartida un fundamento incuestionable. [...] Intento normalizar la presencia judía en la historia y la vida contemporánea."[5]

RECEPCIÓN

Valor de la obra para con la historia como disciplina
Escribiendo en el Financial Times, Tony Judt no se muestra demasiado preocupado por la perspectiva histórica del libro de Sand e indica que Sand no aporta nada nuevo o que no se hubiese sabido antes de la publicación de su obra.[6] Eric Hobsbawm le da la bienvenida a la obra de Sand y considera que, en el caso de Israel, es un ejercicio necesario para deconstruir los mitos históricos nacionalistas así como un llamado a crear un Estado que pertenezca a todos sus habitantes por igual.[7]
En un comentario publicado en Haaretz, Israel Bartal, decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Hebrea de Jerusalén, expresa que las elucubraciones de Sand acerca de la historiografía israelí no tienen ningún fundamento; Bartal describe al trabajo de Sand como "raro e incoherente"; además Bartal explica que Sand emplea las fuentes judías de un modo vergonzozo y humillante.[8] "Ningún historiador del movimiento nacional judío ha jamás realmente creído que los orígenes de los judíos fuesen étnica y biológicamente 'puros'." Según Bartal, Sand aplica posiciones académicamente marginales a la totalidad de la historiografía judía y, al hacerlo, niega la existencia de aquellas que son centrales en los estudios de la historia judía. Es más, sostiene, el tipo de intervención política de la que Sand habla, o sea, un programa deliberadamente diseñado para hacer que los israelíes olviden los verdaderos orígenes biológicos de los judíos de Rusia y Polonia o incluso la directiva para una promoción de la historia del exilio de judíos que habrían abandonado su patria [es decir, la Tierra Prometida] es pura fantasía."[8]
David Finkel sugiere en el Washington Post que Sand da en la tecla al insistir no en tanto en los hechos de la historia judía sino en la naturaleza del prisma a través del cual son observados y evaluados: la historiografía, es decir, el método que se emplea para interpretar el conjunto de los hechos históricos se vuelve en este sentido un factor decisivo.[9]
Evan R. Goldstein ve en la obra de Sand un refrito de La decimotercera tribu: los judíos jázaros (Arthur Koestler, 1976) y aclara que no existe evidencia suficiente acerca de la demografía de los judíos del este europeo durante en tiempos medievales para darle credibilidad a las ideas que Sand vocifera a los cuatro vientos.[4]
La historiadora Anita Shapira critica a Sand por aplicar teorías y métodos no ortodoxos a tres mil años de historia judía, agregando también su descontento con el abuso que hace Sand de la historia a la que fuerza y distorsiona hasta límites insospechados con el fin de amoldarla a sus propia agenda política (que no es ni objetiva ni desinteresada). Es más, continúa Shapira, Sand busca propulsar una nueva agenda israelí, una con aspiraciones de armonía entre judíos y árabes, pero cuyo fundamento es la remodelación de la identidad judía exclusivamente.[10]
Carlo Strenger recalca la idea de que el libro de Sand no es estudio histórico sino que responde a intenciones de corte político.[11]

Aporte de la obra a la identidad judía
Escribiendo en The New Republic, Hillel Halkin afirma que las nociones proclamadas por Sand son "exactamente lo opuesto a la verdad" y agrega que los judíos creyentes jamás dudaron acerca de ser el Am Yisra'el [el pueblo de Israel entendido como nación] y que tampoco se da en el caso de los judíos modernos que poseen uncon una fuerte identidad judía. Es precisamente la pertenencia al Am Yisra'el la que sustenta su identidad como judíos. Lejos de haber inventado ninguna nación judía, sostiene Halkin, el sionismo fue su reconceptualización moderna y su fundamento se hallaba ya en las aspiraciones históricas de Israel en tanto que pueblo o nación y que eran muchísimo más antiguas que el sionismo del siglo XIX. Como tantos otros críticos del sionismo, sostiene Halkin, Sand se equivoca al creer que Israel no puede ser un estado formalmente judío y uno a su vez funcionalmente democrático: Sand se equivoca al suponer que Israel tiene que elegir solo una de esas opciones. Con todo, Sand tiene razón al exigir nuevas formas de participación e integración para con el millón y medio de no judíos que viven en ese país. Fuera de eso, lo mejor que puede decirse acerca de su libro es que es deplorable.[12]
En el Financial Times, Simon Schama afirma que Sand tergiversa lo que los judíos diaspóricos pueden llegar a sentir en el caso de ser descendientes de los jázaros; la idea de Sand de que el exilio judío jamás tuvo lugar es cuestionable.[13]
Max Hastings por su parte observa que Sand produce especulaciones formidables acerca de lo que los judíos no serían, pero fracasa en expliclar qué es lo que sí son.[14]

Obra como argumento que concierne al estudio de la historia judía en las universidades israelíes
Sand admite en su libro ser un historiador con especialización en el plano europeo moderno.[1] Fue criticado por escribir acerca de la historia judía, campo que de hecho no es el suyo. A pesar de ello, Sand declara haber llevado a cabo su estudio bajo pretexto de que en Israel la historia se estudia ya sea como "historia general" o como "historia judía" sin que exista, según él, un departamento que abarque ambos campos. Sand sostiene que los historiadores que estudian historia judía trabajan en su propia torre de marfil.[3] Con todo, Sand podía haber llevado a cabo un proyecto colaborativo e incluso un estudio inter-departamental, pero de hecho no hizo nada de eso.
Ofri Ilani nota que la mayor parte del libro de Sand se ocupa de la pregunta "¿de dónde vienen los judíos?" en vez de profundizar en específicamente el nacionalismo judío moderno y lo que Sand llama su "invención" (la nación judía).[1] Críticos especializados e historiadores del judaismo recriminan a Sand el ocuparse de temas que no domina ni comprende a fondo. También se objeta el hecho de que el libro de Sand se apoye sobre diversos trabajos a los que Sand mismo es incapaz de leer en su versión original: sus conocimientos en materia de leguas extranjeras son verdaderamente limitados.

Referencias
1. Ofri Ilani, Shattering a 'National Mythology', Haaretz, IL, 21 March 2008
2. Tom Segev, An Invention called 'The Jewish People', Haaretz, IL, 29 February 2008
3. Jonathan Cook, Book refuting Jewish Taboo on Israel’s Bestseller List, The National, Abu Dhabi, 6 October 2008
4. Evan R. Goldstein, Where Do Jews Come From?, The Wall Street Journal, 29 October 2009
5. Rafael Behr, Shlomo Sand: An Enemy of the Jewish People?, The Guardian, UK, 17 January 2006.
6. Tony Judt, "Israel Must Unpick Its Ethnic Myth," The Financial Times, 7.12.2009
7. Books of the Year, 2009, The Observer, 22.11.2009
8. Israel Bartal, Hamtza’at ha-hamtza’ah (The Invention of the Invention), Haaretz, 6 July 2008; "L'invention d'une invention", Cités, 38, 2009, pp. 167-180.
9. David Finkel, Myths of the Exile and Return: The History of History, Solidarity, May–June 2010
10. Anita Shapira, The Jewish-people Deniers, The Journal of Israeli History, Vol. 28, No. 1, March 2009, 63–72.
11. Carlo Strenger, Shlomo Sand's 'The Invention of the Jewish People' is a success for Israel, Haaretz, 27.11.2009
12. Hillel Halkin, Indecent Proposal, The New Republic, 9 January 2010
13. Simon Schama, "The Invention of the Jewish People", Financial Times, 13 November 2009
14. Max Hastings, "The Invention of the Jewish People by Shlomo Sand", Sunday Times, 15 November 2009.

Sand: "Cómo el pueblo judío fue inventado", París, 2009


Sand: "La invención del pueblo judío", Nueva York, 2011


Sand: "La invención de la Tierra de Israel", Londres, 2013


Consideraciones adicionales

Samuel Bak, Cargado, 2008

"Sin tomarse ninguna molestia en cuestionarse su propio punto de vista, Sand revela algo acerca de sus orígenes. Él, tal como lo dice en su introducción, nacido en Israel, es el nieto admirador de un comunista judío-polaco y anti-sionista, y ya desde joven, al crecer allá por 1960 en la mixta Yaffa árabe-judía, soñaba con irse de Israel para siempre. […] Luego de su servicio militar, […] fue a París a estudiar historia europea moderna, muy determinado a "abandonar todo" lo israelí. Pero, escribe Sand (refiriéndose a sí mismo en tercera persona singular), "a pesar de la alienación [que sentía con respecto a Israel], se vió obligado a ceder a su enorme añoranza por la ciudad en la que había crecido, y por ello regresó al doloroso lugar donde su identidad otrora se forjó" (Halkin).

Samuel Bak, La medida del tiempo, 2006
Esta imagen de 2006 tiene aquí el valor de mil palabras ya que condensa la esencia del mensaje que Sand sólo llegará a expresar en 2008. Mientras el ángel de la melancolía añora una paz que nunca llega y porta una vela como recordatorio de todos aquellos muertos en el conflicto palestino-israelí, el tiempo transcurre, tal como lo sugiere el gran reloj de arena pintado por Bak. Los laureles que coronan la cabeza del ángel se ven mustios. La calma posterior al diluvio es simbolizada en este caso a través de un arco iris con referente bíblico y allí señalando el fin de la tempestad, mas en en este caso no es más que un simple decorado escenográfico. Haciendo referencia al deseo de Jacob (Israel) de acercarse al Todopoderoso, la escalera que proviene de su conocido sueño no trabaja en este caso como lo hace en la Biblia, ya que evidentemente no conecta la tierra con el cielo. Sobre el lado izquierdo de la obra puede verse una serie de fragmentos de lo que acaso alguna vez pudo haber sido un cántaro pero que hoy ha sido reducido a escombros. Tales escombros presentan los cuatro colores de la actual insignia palestina. Dentro del gran reloj pueden verse algunas casas, presumiblemente hechas de arena, y por ello también condenadas a desaparecer ni bien la inestable base que las sustenta pase de un lado del reloj al otro. Y como si esto no fuese suficiente para inquietar al espectador, Bak presenta además al reloj de arena como si estuviera dañado y le faltase un segmento en su parte inferior, cosa que sugiere que el tiempo pasa, mas lo hace sin que la situación pueda llegar a ser contenida. Las casas de arena posiblemente simbolicen los hogares de tanto palestinos como israelíes.
La figura imaginaria conlleva su propia verdad. Es en este preciso sentido que la pintura de Bak tiene que ver no con inconsistencias soñadas sino con hechos tomados de la realidad. El estilo surrealista de su obra sólo es un medio que sirve al pintor para expresar un sentir evidentemente profundo y complejo. El componente real de la pintura aquí ilustrada se manifiesta en su ser la expresión patente de una toma de consciencia y confrontación de la dura realidad típica del conflicto palestino-israelí: es prescisamente dicha aspereza (y no su apariencia en materia estilística) la que constituye el tremendo pero a su vez auténtico fundamento de este cuadro.

Recursos online
• Shlomo Sand, L'invention du peuple Juif : déconstruction d'une histoire mythique, Le Monde diplomatique, No. 16, agosto 2008, p. 3
• _____, Cómo se inventó el pueblo judío: deconstrucción de una historia mítica (2008), Observatori, pdf
• Eugenio García Gascón, Entrevista con Shlomo Sand: "El pueblo judío es una invención", Público, España, 2.6.2008
• Michel Staszewski , Interview de Shlomo Sand : L'invention du peuple Juif, Points critiques, No. 298, Bélgica, 2009-10, pdf
• Análisis bajo el título de Comment le peuple juif fut inventé
• Pascal Riché, Idées que dérangent : Le peuple huif n'a jamais existé, Rue89, 17.11.2012
• Consideraciones en torno a la idea de Diáspora (cuyo origen último de halla en el término griego διασπορά, "dispersión").
• Alicia Dujovne Ortiz, El fantasma de los jázaros, La Nación, Argentina, 14.8.1999

Acerca del presente trabajo
Inicialmente publicado online como The Sand Syndrome. Idea, investigación online, diseño y coordinación general, compilación y traducción de textos originales en inglés, edición y adaptación de los mismos a la lengua castellana, notas y referencias, enlaces, selección de imágenes e interpretación de la imaginería de Samuel Bak: Mariano Akerman. Las ideas expresadas por Shlomo Sand o sus comentaristas no necesariamente son reflejo del punto de vista de quien las ha compilado: las ideas aquí presentadas son responsabilidad exclusiva de sus respectivos autores.

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