20.1.13

Arte paleolítico


Arte prehistórico en la Era del Hielo

El período paleolítico coincide con la etapa más temprana del desarrollo humano y es la fase más de mayor duración en la historia de la humanidad. Duró aproximadamente tres millones de años.
En Historia del Arte, la expresión “arte paleolítico” se refiere a la última fase del período paleolítico superior, que tuvo lugar junto a lo largo de la Era del Hielo (40.000-8.000 AEC). Ese entonces fue marcado por la presencia del hombre que logró erguirse, transformándose en Homo sapiens, con su característica y siempre creciente habilidad para crear armas y utensilios. Dado que es en este período que el hombre crea y emplea útiles rudimentarios hechos de piedra, se lo conoce también como la Edad de Piedra.
Por aquellos tiempos el mundo era distinto del que hoy conocemos. Su clima era por muchísimo más frío que el actual, ya que el hielo y las nieves prevalecían por todas partes. El nivel del agua era mucho más bajo y existían puentes naturales (hoy desaparecidos) que permitían al hombre migrar de un territorio a otro. Así, sólo la parte culminante de los Alpes era perceptible y ello facilitaba el movimiento del hombre a través de Europa. El nivel de las aguas era por otra parte lo suficientemente bajo como para que pudiera ir desde Francia a Inglaterra sólo por tierra (el Canal de la Mancha no existía en ese entonces). Y, gracias a los puentes naturales, el hombre pudo migrar por ejemplo desde Asia a América (a través de lo que hoy es el Estrecho de Bering). Todo esto es importante ya que los hombres del período paleolítico eran cazadores y recolectores, por lo que estaban siempre en movimiento, yendo ir de un lugar a otro en su permanentemente búsqueda de comida.

El arte de los cazadores

El arte creado por el hombre paleolítico fue ante todo de pequeñas dimensiones y portátil, si bien más tarde llegó a ser fijo y de medidas considerables. Entre las creaciones del primer tipo sobreviven hoy numerosos figurines y objetos decorados, generalmente tallados (en piedra, hueso o asta) o bien modelados en arcilla.[1] La mayoría del arte portátil es figurativo, es decir, presenta figuras que resultan reconocibles, ya tengan forma de animal o humana. Entre tales figurines se destacan las así-llamadas "Venus", que representan mujeres generosas en sus proporciones y aparentemente encintas.

Venus de Willendorf
piedra
22.000 AEC

Entre los mejores ejemplos de arte fijo realizados en el período paleolítico figuran las pinturas rupestres europeas. Ellas fueron realizadas a partir de combinaciones de minerales, ocres, tierras y carbón mezclados con agua, sangre y grasas animales. Se supone que sirvieron a alguna especie de propósito mágico o ritual, y sería debido a ello que se hallan frecuentemente localizadas en lo más profundo de cavernas, quedando asó distantes del acceso a tales cavernas (el exterior, donde se llevaban a cabo las tareas de la vida diaria). Las imágenes pintadas en las cavernas son generalmente figurativas, pero existen también otras tantas que son abstractas o de carácter simbólico. Entre las imágenes figurativas abundan los animales, que fueron representados con vívido realismo. La figura humana es a menudo representada en términos de palotes o bien con apariencia híbrida. En muchos sentidos el arte del hombre paleolítico habla de una criatura capaz de haber conquistado el pensamiento abstracto. La imagen prehistórica respondería a un mundo basado en el rito y la creencia.

El tema dominante del arte rupestre paleolítico es la representación de animales, realizada con un naturalismo, una vividez y riqueza colorística notables. Se ignora si el hombre paleolítico basaba sus figuras en piezas cazadas que le servieron de modelo o en una memoria visual muy aguda. En todo caso, su capacidad, de observación es sorprendente.

Gran bisonte de la Cueva de Altamira en España, 15.000 AEC.

El estilo de las representaciones de animales en el período paleolítico no es el mismo a lo largo de la historia. Se observa una evolución desde una primera fase en la que las figuras tienen un carácter muy estilizado hasta otras más tardías en las que el realismo se vuelve dominante.
En las primeras obras el realismo de las figuras es limitado. Los rasgos que caracterizan al animal son una curva dorsal acentuada en forma de S acostada oblicuamente y una parte delantera sobresaliente. Es como si los animales estuviesen proyectados hacia adelante.
En una segunda fase, a la vez que el hombre paleolítico comienza a controlar la técnica colorista (que era pobre o nula en la primera etapa), los rasgos anatómicos del animal se atenúan y suavizan, su actitud se vuelve más natural y reposada. Las figuras adquieren riqueza en detalles corporales, musculatura, crines, rasgos de la cabeza, etc.
Con el paso del tiempo y, ya en el período magdaleniense (15.000-8.000 ACE), las formas de los animales representados son decididamente realistas. Se da un gran detallismo y hay naturalidad. La actitud de los animales (ya acostados, saltando o pastando) se torna mucho más rica y variada que en los períodos precedentes.

Caballo de la Gruta de Lascaux (Francia)

Las especies representadas son, por orden de importancia numérica: caballos, bisontes, mamuts, cabras salvajes, jabalíes, ciervos, renos, osos, leones y rinocerontes. Algunos pájaros y peces y prácticamente nada más. Es curioso observar que esta gama, aunque aparentemente numerosa, es muy inferior a la de la fauna entonces existente y a la que los hombres prehistóricos debieron cazar con frecuencia. El porqué de estas preferencias, constantes a lo largo del tiempo y el espacio en todo el arte parietal paleolítico, es una incógnita que no ha encontrado una respuesta adecuada.

Otra nota del arte rupestre paleolítico es el carácter individual de los animales, que son siempre representados de perfil; se trata de figuras independientes y muchas veces superpuestas unas a otras, pero que no tiende a formar rebaños.

Animales de Altamira, fotografía de Sans de Sautuola, 1880

Animales de Altamira, reconstrucción de Cartailhac y Breuil, 1906

Las representaciones humanas son escasas en número y están dotadas de poco realismo. Con frecuencia se reducen a representaciones esquemáticas y presentan un significado aparentemente sexual.

Las figuras femeninas son de tipos diversos y son representadas tanto de frente como de perfil. Las más frecuentes y notables son las primeras y, en general, responden a una configuración anatómica que presenta cabeza pequeña, grandes senos y anchísimas caderas (es decir, muy semejante a la de las estatuillas femeninas o "venus" prehistóricas). A este grupo pertenece el curioso relieve de una figura de mujer que sostiene un cuerno en la mano, tallada en un bloque de piedra en Laussel (Dordoña); probablemente estuvo recubierta de ocre rojo, además su aspecto recuerda al de las Venus de Lespugue y Willendorf. Por su actitud despreocupada, tendidas de medio lado y apoyando la cabeza en un abrazo, merecen también mencionarse los dos relieves femeninos de la gruta de La Madeleine (Tarn). Extraño es un pequeño figurín encontrado en Chiozza (Scandiano, Italia) en el que formas de un cuerpo de mujer parecen llevar por cabeza algo semejante a un glande, reuniendo así los órganos genitales de ambos géneros en una misma figura.[2]

Venus de Chiozza
25.000 AEC.
Museo Civico di Reggio Emilia

La idea expresada cobra fuerza e incluso un perfil más inquietante aún en la Venus de Savignano sul Rubicone (Cesena-Rimini), figura femenina de innegable carácter fálico.

Venus de Savignano
20.000 AEC.
Museo Origini dell'Uomo

En la también fálica Venus del Lago Trasimeno coexisten una vez más los órganos genitales de ambos géneros en una misma figura.

Venus de Lago Trasimeno
20.000 AEC.
Museo Nazionale Preistorico Etnografico
Roma

Las figuras masculinas responden también a tipos y presentan actitudes variadas. Sus rasgos suelen ser muy simplificados y sus rostros tienden a alejarse de la realidad. Entre ellas figura el fragmentario Hombre de Brno, Moravia, un marfil datado 25.000 AEC. La más célebre de todas las figuras masculinas es el "brujo" de la gruta de Trois Frères (Ariège), extraño ser de cuerpo humano y cornamenta de ciervo que parece reunir en sí los rasgos o elementos con significado sexual viril para el hombre paleolítico.

Otro caso notable, de significado discutido, es el de la gruta de Lascaux, donde aparece la silueta de una figura híbrida inerme ante un bisonte; los rasgos extremadamente simplificados del híbrido, que recuerdan un monigote, contrastan con el naturalismo y la riqueza de detalles del animal que tiene delante. Es probable que represente simplemente la escena relacionada con la caza, aunque podría también poseer significación simbólica.

Bisonte y figura híbrida de Lascaux, 15.000-10.000 AEC

Uno de los los conjuntos temáticos más curiosos del arte paleolítico es el constituido por los signos abstractos. Son muy variados, mas si analizados sistemáticamente pueden ser considerados como dos series separadas. La primera abarca los que tienen forma de puntos alineados, bastoncitos de distinto tamaño y forma, y signos alargados erizados de puntos. La segunda comprende a los que tienen formas geométricas tales como triángulos, rectángulos u óvalos.
Su significación ha sido y sigue siendo controvertida. En el siglo pasado se pensó, de un modo simplista, que eran las firmas de los artistas que habían pintado las grandes representaciones de animales. Posteriormente Breuil estudió el tema en profundidad y concluyó que se trataba de representaciones esquematizadas de armas, cepos, propulsores e incluso techos de casas. Como con frecuencia se hallan situadas en la entrada, pasadizos o lugares accidentados dentro de las cavernas, se admitió incluso la posibilidad de que fuesen algo así como señales de circulación.
El estudio de Leroi-Gourhan, basado en el análisis estadístico y en la comparación de los diversos tipos de signos, sostiene que todos ellos son probablemente representaciones más o menos simplificadas de organos sexuales masculinos (primera serie) o femeninos (segunda serie). Esto parece contradecir la generalizada idea de la simplicidad mental de los hombres prehistóricos y nos confronta con una curiosa iconografía, de complejidad inesperada.

Un capítulo aparte dentro del arte rupestre paleolítico es el integrado por los contornos de manos que aparecen en las paredes de ciertas cavernas; algunas de estas siluetas, en la zona franco-cantábrica, son negativos, es decir, han sido ejecutadas a base de colorear alrededor de la mano aplicada al muro con los dedos abiertos; otras, en la zona del Ródano sobre todo, son positivos. El grupo más conocido es de la gruta Gargas (Altos Pirineos), integrado por unas 150 manos en colores rojo o negro. A muchas de ellas les falta algún dedo, lo cual ha hecho pensar en mutilaciones rituales como las que practican algunos pueblos primitivos actuales. Tal vez el hombre paleolítico haya simplemente perdido o plegado uno o varios dedos mientras ejecutaba su trabajo.

Respecto al arduo problema del significado del arte paleolítico, se trata de una cuestión que los especialistas están aún lejos de haber resuelto definitivamente.

La idea de "arte por el arte" ha sido debatida y cuestionada, si bien hay quienes sostienen que es en precisamente en el período paleolítico que son producidos los primeros objetos que merecen ser llamados "obras de arte".[3] Si tales objetos fueron atesorados debido a sus propiedades estéticas o mágicas, o por combinar ambas, no ha dejado de ser hasta hoy una incógnita. Lo cierto es que no pocas teorías acerca del arte paleolítico han sido abandonadas o sustituidas por hipótesis que sostienen la existencia entre los hombres paleolíticos de un mundo de ideas de carácter mágico-ritual bastante más complejo de lo que hasta entonces se proponía.[4]

El significado exacto del arte paleolítico aún se desconoce. En un principio se creyó que respondía a necesidades decorativas u ornamentales. Las pinturas rupestres fueron entendidas como narraciones. A pesar de ello, el arte paleolítico suele confrontarnos no con episodios narrativos sino con las creencias de sus autores. Es en este sentido que las cavernas prehistóricas de Lascaux y Altamira podrían ser "santuarios".[5]

Las imágenes prehistóricas sugieren un culto que celebra el poder y la fertilidad.

Gracias a complicados estudios estadísticos, las investigaciones de Leroi-Gourhan tienden a demostrar que la disposición de las diversas figuras en las paredes de las cavernas no es anárquica, sino que responde a complejos criterios organizativos en los que los diversos temas están dotados de un carácter simbólico de tipo sexual y se armonizan ordenadamente formando auténticos santuarios. Claro que quedan muchos puntos por aclarar en esta interpretación innovadora, pero hoy pocos dudan acerca de la existencia de un órden temático muy elaborado e incluso una iconografía compleja: el esqueleto de un pensamiento religioso, alejado incluso de la idea de la representación mágica de animales destinada a favorecer la caza.[6] Se trataría de un sistema parecido al de otras religiones posteriores y que se encuentra fundado sobre la oposición y complementariedad de valores masculinos y femeninos, expresados simbólicamente mediante figuras animales y otros signos más o menos abstractos.
El sentido último de esta estructura religiosa no ha podido ser determinado con exactitud. Podría tratarse de un culto a la fecundidad. Aparentemente el hombre paleolítico percibía una división entre el mundo animal y el humano en dos mitades confrontadas e imaginaba aparentemente que la unión de esas dos mitades regía la economía de los seres vivientes. El arte paleolítico sería la expresión de conceptualizaciones paleolíticas de la organización natural y sobrenatural del mundo viviente.

Notas
1. Posiblemente existido otras tantas creaciones que no han sobrevivido dado que fueron realizadas en materiales perecederos tales como el barro o la madera. A ello se le sumarían las posibles incisiones y pinturas realizadas sobre el cuerpo humano.
2. Hugh Honour y John Fleming, A World History of Art (1984), Londres: Laurence King, 1991, p. 22.
3. Ídem., p. 20.
4. Ya en 1950 Ernst Gombrich advierte que el arte paleolítico no debe ser comprendido sólo en términos estéticos, sino sobre todo considerando su utilidad, que apunta al ritual y la magia (The Story of Art [1950], Londres: Phaidon, 1989, capítulo 1. La función del arte paleolítico no es algo obvio. David Piper diferencia los implementos (armas y útiles) fabricados por el hombre prehistórico de otros objetos no destinados a ningún uso mecánico y que sí son resultado del impulso creativo que es propio del hombre (The Illustrated History of Art [1981], Londres: Bounty Books, 2004, pp. 12-13).
5. Pipper, p. 13. En Brno fue descubierto un sitio conteniendo el ya mencionado figurín del hombre tallado en marfil junto con numerosos ornamentos de uso personal y unos 600 caracoles, su data coincide con aquella de la Venus de Willendorf; Honour y Fleming describen al sitio como un lugar ritual, uno aparentemente funerario y que sugiere alguna forma de creencia religiosa (p. 22).
6. Gombrich afirma que los cazadores primitivos pensaban que el hacer una imagen de su presa, especialmente mostrándola atravesada por sus lanzas, garantizaba su supremacía sobre la bestia (capítulo 1). Aunque grupos tribales de lo más diverso mantengan aún hoy la tradición ancestral de representar animales con el propósito de propiciar su caza, tal condición debe ser considerada con cautela, siendo acaso no necesariamente apta para el período paleolítico (Honour & Fleming, p. 26).

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Lascaux. Tématica. La iconografía de las grutas se limita a tres temas fundamentales: los animales, las representaciones humanas y los signos. Las pinturas rupestres no incluyen la evocación de ningún paisaje exterior ni ninguna planta o vegetal de la época; el bestiario representado refleja la fauna conocida por los hombres de la Era del Hielo, sin que éste necesariamente sea representativo de sus hábitos alimenticios.
El bestiario de Lascaux se compone de unas 600 figuras entre las que abundan caballos, ciervos y bisontes. Los felinos son poco numerosos. La figura humana también se halla presente en este santuario. Su configuración es visiblemente menos importante que la de las figuras precedentes y se presenta de un modo extraño: la figura antropomorfa se limita a un simple esbozo, no posee rasgos definidos y a menudo partes de ella adquieren la apariencia de otras partes que provienen especies diversas (cornamenta, patas, cabeza de pájaro). Existen además en Lascaux signos tanto simples como complejos. Los unos comprenden puntos, líneas y estrías; los otros se asemejan a arborecencias y formas cuadrangulares.

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A modo de conclusión. En tiempos anteriores a la escritura, el arte paleolítico se concentra primeramente en la figura humana y luego en una gran variedad de mamíferos de la Era del Hielo. Brillan por su ausencia entre estos últimos los simios. Tampoco hay en la imaginería prehistórica ni liebres ni aves. Los peces se diría son raros, casi inexistentes. El reino vegetal podríamos llegar a pensar que no existía en ese entonces. Aún así, son desarrollados diferentes tipos de expresión: el hombre paleolítico talla figurines, estampa sus manos sobre las paredes de la caverna, inscribe signos, delínea y pinta imágenes de seres vivos, modela figuras en arcilla.
Se suele considerar a las figuras realizadas por el cazador prehistórico en términos de representaciones que gradualmente logran alcanzar un alto grado de realismo. No obstante, y más allá de su estilo, el arte paleolítico posee valor simbólico.
Las imágenes paleolíticas no sólo se dan en términos de realismo, sino que incluyen también lo esquemático, la estilización, la hibridez, lo conceptual. Tan vasto es el dominio del arte paleolítico que éste parece en sí ya contener todas las posibilidades ha ser luego desarrolladas, a lo largo de la historia del arte.
Pero, ¿a dónde nos conduce el ponderar una y otra vez la representación teóricamente naturalista del cazador paleolítico? No demasiado lejos, ya que el logro del hombre se da en su inventiva. Es sólo ella, —y no precisamente la imitación—, que establece la diferencia crucial entre el hombre y el mono.
No es por lo consiguiente en el supuesto realismo, sino en el ser entremezclada manifestación de ensueño y conocimiento, así como expresión de creencia, con carácter simbólico, experimental e inclusivo, que reside el auténtico valor del arte paleolítico. —Mariano Akerman


Alexandre-Gabriel Decamps, Los expertos, óleo, 1837

Acerca del arte paleolítico y su significado
Ernst Hans Gombrich, The Story of Art (1950), Londres: Phaidon, 1989, capítulo 1
David Pipper, The Illustrated History of Art (1981), Londres: Bounty Books, 2004, pp. 12-13
Hugh Honour y John Fleming, A World History of Art (1984), Londres: Laurence King, 1991, pp. 20ff.
Edward Lucie-Smith, Art & Civilization, Londres: Laurence King, 1992, pp. 16- 22
Wendy Beckett, The Story of Painting, Londres: Dorling Kindersley, 1994, pp. 10-11
Paul Johnson, Art: A New History, Londres: Weidenfeld & Nicolson, 2003, capítulo 1

Recursos Online
A. Paleolítico | Paléolithique | Paleolithic
B. Paleolítico superior | Pléolithique supérieur | Upper Paleolithic
C. Arte prehistórico (y tribal) | art préhistorique | Prehistoric art
D. Arte paleolítico | Art of the Upper Paleolithic
E. Venus paleolíticas | Vénus paléolithique | Venus figurines | Veneri preistoriche
F. Arte parietal del período paleolítico superior | Arte rupestre | Pintura rupestre | Art pariétal | Cave Painting

Para ampliar el tema
A. Venus de Hohle Fels | Vénus de Hohle Fels | Venus of hohle Fels | The Venus of Hohle Fels
B. Petroglyph, pictogram, ideogram | Pétroglyphe, pictogramme, idéogramme | Petroglifo, pictograma, ideograma; ref. signos figurativos o abstractos incisos en la piedra, signos pictóricos esquemáticos que presentan una apariencia similar a un objeto físico (ej. logo con hombre en silla de ruedas aludiendo a la idea de accesibilidad), símbolos que representan ideas (ej. símbolos matemáticos, símbolos monetarios, etc.)
C. Caves containing pictograms
D. Cueva de Chauvet | Grotte Chauvet | Chauvet Cave

Gabriel Cornelius von Max, Monos como jueces del arte, óleo, 1889
Neue Pinakothek, Múnich

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