Si bien Enrique Santos Discépolo difícilmente exageraba al afirmar que "el mundo fue y será una porquería",[1] uno de los mejores antídotos ante tamaña elucubración porteña e inagotable fuente de desestabilización existencial es el descubrir la producción plástica de Néstor Rubé, cuyos acrílicos sobre papel se exhiben actualmente en la Galería Antonio Berni del Instituto Cultural Brasil-Argentina, en el Consulado General de la República Argentina en Río de Janeiro. La muestra cuenta también con los auspicios del Instituto Cervantes en Río de Janeiro y del catalán Institut Ramon Llull.
Néstor Rubé Gazzola es un arquitecto argentino y desde hace cuarenta años reside en Barcelona. A diferencia de esos veinte años que, según algún otro tango, se supone que no son "nada",[2] los cuarenta años en Barcelona, de hecho, sí son algo y, posiblemente sean además algo considerable. Prueba de ello es la expresiva producción artística de Rubé, desarrollada en parte en el Institut Sant Lluc de Cataluña. Es más, de tal producción emana un mensaje a menudo refrescante.
La obra de Néstor Rubé es figurativa y su foco de interés es el cuerpo humano. Actualmente ya jubilado, Rubé lleva a cabo sus obras a partir del natural y recurre para ello a modelos profesionales, cuyas poses registra al trabajar la pintura acrílica con espátula sobre papel. Es él un incondicional respetuoso admirador de las proporciones anatómicas de sus modelos. Además, captura con sensibilidad las actitudes corporales de los mismos.
Como resultado de ello surge un amplio espectro de desnudos en poses clásicas o bien que a veces no lo son tanto. Mas, indudablemente, el cuerpo humano es para Rubé el medio ideal para conjurar todo tipo de emociones y es a partir de él que todo tipo de sensaciones y sentimientos de lo más diverso afloran en el artista, quien con celeridad logra registrarlos y plasmarlos en su obra.
"Desnudos con espátula en 5 minutos" anuncia la elegante invitación para la muestra de Néstor Rubé en la Galería Berni. Y, aunque a algunos les cueste creerlo, no se trata de broma ni exageración ninguna. Rubé mismo acabó por demostrárnoslo a todos gracias a una puntual experiencia artística. En la misma, y al cabo de unas cuántas aplicaciones de su espátula cargada con acrílico, el pintor ejecutó tres obras en pocos minutos. Claro que hubo quien cronometró el quehacer de Rubé y hasta casi llegó a reprocharle que "no fueron 5 minutos, sino 4 y medio". Sea como fuere, lo cierto es que el rigor profesional que Rubé pone en práctica al realizar sus trabajos es unánimemente apreciado.
Ludwig Mies van der Rohe solía decir que "menos es más".[3] Ello es perfectamente aplicable a las obras de Rubé, donde con no más de tres colores el pintor transcribe, como si fuese una especie de taquígrafo del siglo XXI, las irresistibles voluptuosidades de la humana carne, transformándolas a todas ellas—con una maestría no exenta de considerable gracia—en poesía visual.
La desnudez de los modelos representados también es compatible con el ya enunciado lema arquitectónico. Rubé incluso llega a prescindir del vestuario, mientras que cada obra suya presenta casi indefectiblemente un único protagonista, perfectamente bien emplazado en el formato rectangular al que el pintor por lo general suele darle preferencia. En parte debido a lo notado, las pinturas de Rubé se presentan despojadas, tanto de ornato como de anécdota: es el suyo un asunto deliberadamente antropocéntrico.[4]
Efectivamente, la figura humana es la gran estrella de Rubé quien, para dedicarle un protagonismo absoluto, llega a privarla hasta de un contexto. Es por eso que sus desnudos parecen en principio estar flotando en un espacio indefinido. No obstante, una reexaminación de los mismos tiende a demostrar que, en el caso de Rubé, eso es una ventaja. No se trata de un pintor que sufre de algún desarraigo misterioso, sino de alguien que intenta aplicarle una sabia economía tanto al arte como a la vida.
El factor narrativo brilla por su ausencia en los espatulados desnudos de Rubé, donde el entorno paradójicamente se presenta como un blanquecino panorama de la nada global. Entonces cuando inesperadamente emergen algunas variopintas nociones filosóficas, todas ellas tan deliciosas como lo son inquietantes. Porque aunque poco hable acerca de ello, lo cierto es que Néstor Rubé es un no declarado adherente del existencialismo de Jean-Paul Sartre, cuyo referente cardinal no es otro que El ser y la nada (1943).[5]
En conversación con quien escribe, Néstor Rubé eventualmente se refirió a uno de sus desnudos femeninos como “algo bastante osado”, para acto seguido precisar que el título de dicha obra era "El origen del mundo".[6] De modo claro, ello nos remite a Gustave Courbet y su célebre óleo de 1866, L’origine du monde, hoy exhibido en el Musée d’Orsay e involucrando un prominente escorzo parcial, provisto de un par de carnosos muslos entreabiertos que, como si fuesen dos pesados cortinados, se abren ante nuestra mirada, para darle a la genitalidad de la mujer un protagonismo singular e indudablemente más que merecido.
Mas, debe aquí ser aclarado, que bastante lejos se encuentra la obra de Néstor Rubé de las abruptas provocaciones de su predecesor francés, a quien la sociedad parisina una y otra vez no dudaba en excluir de los salones oficiales. Muy diferente, por otra parte, ha sido el efecto producido por la obra plástica de Rubé al ser exhibida a escasos metros de las playas cariocas de Botafogo, donde fue—y aún es—recibida con gran entusiasmo y emoción por parte del público.
Aplicando el necesario rigor que la presente cuestión demanda, el acrílico al que Rubé eventualmente se refirió como "El origen del mundo" sí posee sus referentes visuales en la cultura europea, aunque no necesariamente en el mencionado cuadro decimonónico francés, sino en la heterogénea tradición e innovación itálicas, tanto de la Antigüedad como del Renacimiento. Es de estas últimas de donde proviene la pose de su paganísima Venus representada en plena dolce far niente.[7] Recostada, ella se entrega a un abandono suculento. Indiscutiblemente sensual es su pose que involucra un brazo derecho ya elevado, con el codo doblado y estratégicamente ubicado bajo la cabeza de la diosa del Amor. Debemos recordar que, en la cultura occidental, dicho brazo es apreciadísimo, dado que, entre otras cosas, eleva considerablemente el seno de la diosa y suele así poner a quien la contempla en el papel del fauno que se babea ante el llamado del instinto, cual perrito de Pavlov al sonar la campanilla. Significativamente, la pose en cuestión figura en admirables mármoles clásicos y adquiere un particular encanto en la Venus durmiente pintada por Giorgione en 1505-10 (afortunadamente preservada hasta el día de hoy en la Gemäldegalerie de Dresde).
Como si esto no fuera suficiente, todas estas estimulantes características, pero involucrando además los ojos de la protagonista ahora bien abiertos, reaparecen en el Desnudo recostado con almohadón blanco que el vanguardista italo-sefardí Amedeo Modigliani pintó en Montmartre en 1917. Son estos los referentes últimos del cuadro considerado por Rubé.
Respecto a las demás obras de Rubé, los referentes son demasiado numerosos para ser indicados todos aquí. Baste con decir que las poses de sus desnudos son reminiscentes de aquellas desarrolladas por pintores tales como Francisco de Goya y Lucientes, Paul Gauguin y Egon Schiele, entre otros. Con todo, en términos de expresividad y carácter, la obra de Néstor Rubé tiene no poco que ver con la alegría de vivir propia de Matisse y no menos con la refinada sensibilidad de Modigliani.
Néstor Rubé, quien es actualmente padre y abuelo, comenzó su quehacer plástico a una edad bastante avanzada. La madurez que caracteriza su obra es aquella de un hombre con experiencia en la vida. Trabajando sin boceto previo ninguno, Rubé conjuga en su obra el cálculo y el riesgo, atrapando la realidad e impregnándola con una cierta dosis de imaginación. Es por ello que sus desnudos son simultáneamente corpóreos y desmaterializados.
La retina y la mano de Rubé juegan y transforman de un modo consonante aquello que el artista percibe en sus modelos. "Pero lo nuestro es pasar" sostiene un conocido verso de Antonio Machado,[8] casi con toda seguridad inspirado por el severísimo Libro del Eclesiastés, con sus alusiones a la fugacidad de la vida y el carácter transitorio de toda labor humana en este mundo. "Pasar haciendo camino, camino sobre la mar."[9] Aquí al menos en parte disentimos. Porque Rubé sí pasa haciendo camino, aunque no sobre la mar, sino junto a ella. Machado le dice al caminante que "no hay camino, sino estelas en la mar."[10] Y, con todo, estelas también se pueden percibir a medida que Néstor Rubé ejecuta su magia pictórica. "Caminante no hay camino", proclama Machado. Pero esto último se vuelve cuestionable en el caso de Rubé, cuya determinación y empeño en embarcarse a descubrir, del otro lado del océano, un territorio—llámesele—virgen, no pueden sino traer a colación la muy augusta figura de Colón habiendo ya parado el huevo ante Isabel la Católica y estando el genovés ya bien muñido de todos los medios necesarios para abrir entonces aquellas valiosísimas rutas de navegación que hasta el día de hoy siguen conectando no pocos destinos interatlánticos y otros tantos interculturales.
"Vanidad de vanidades. Todo es vanidad y aflicción del espíritu."[11] Bueno, todo no. Casi todo, ya que como conjunto, las pinturas de Néstor Rubé funcionan como una verdadera Oda a la alegría. [12] Recordar conviene aquí que en el mismo Libro de Eclesiastés también se expresa que hay un tiempo para todo en la vida, un tiempo para afligirse y otro para danzar.[13]
Cierto es el que algún día ninguno de nosotros estará en este mundo. Es por ello que inteligente es la actitud de Rubé, quien en su trabajo recurre a la fórmula del Carpe diem.[14] ¿O acaso no son sus desnudos auténticos registros del aquí y el ahora?
A esta altura del campeonato, bien sabe Rubé que demasiado corta es la vida para pasársela uno lamentando cualquier tipo de leche derramada. Y es precisamente aquí donde importantes se vuelven las muy humanas configuraciones de Néstor Rubé, rebosantes todas ellas de espontaneidad y frescura, exultantes asimismo del ímpetu propio de su autor, persona que ama la vida. Tales configuraciones posiblemente inspirarán a varias generaciones venideras, tal vez como lo hacen hoy, particularmente en el caso de todos aquellos que solemos soñar cuando estamos despiertos.
Mariano Akerman
Río de Janeiro, 9 de julio de 2015
Notas y referencias
1. Cambalache, tango, 1934
2. Volver, 1935. En dicho tango se expresa: "Sentir... / que es un soplo la vida, / que veinte años no es nada..."
3. El maestro de la arquitectura moderna esta idea en lengua inglesa, "Less is more."
4. La imaginería de Rubé es heredera del Hombre vitruviano de Leonardo da Vinci.
5. Obra escrita en francés y publicada como L’être et le néant.
6. Néstor Rubé a Mariano Akerman, Galería Berni, Río de Janeiro, 8 de julio de 2015.
7. Expresión italiana que se refiere a la indolencia como el "dulce placer de no hacer nada."
8. Machado, Proverbios y cantares, 1909, poema XXIX. Para un análisis, véase Emilio J. García Wiedemann, "‘Proverbios y cantares’ de Antonio Machado no incluidos en Poesías completas", AIH, Actas XII, 1995, pp. 165-179.
9-10. Ídem.
11. Eclesiastés 1:2, 14.
12. Poema de Friedrich Schiller, compuesto en 1785.
13. Eclesiastés 3:4
14. Horacio, Odas, I, 11: "Carpe diem, quam minimum credula postero" — Aprovecha el día, no creas en el mañana. Se trata de una expresión latina, cuya traducción literal es “toma el día” y que se refiere al aprovechar cada día como si fuese el último.
Néstor Rubé Gazzola es un arquitecto argentino y desde hace cuarenta años reside en Barcelona. A diferencia de esos veinte años que, según algún otro tango, se supone que no son "nada",[2] los cuarenta años en Barcelona, de hecho, sí son algo y, posiblemente sean además algo considerable. Prueba de ello es la expresiva producción artística de Rubé, desarrollada en parte en el Institut Sant Lluc de Cataluña. Es más, de tal producción emana un mensaje a menudo refrescante.
La obra de Néstor Rubé es figurativa y su foco de interés es el cuerpo humano. Actualmente ya jubilado, Rubé lleva a cabo sus obras a partir del natural y recurre para ello a modelos profesionales, cuyas poses registra al trabajar la pintura acrílica con espátula sobre papel. Es él un incondicional respetuoso admirador de las proporciones anatómicas de sus modelos. Además, captura con sensibilidad las actitudes corporales de los mismos.
La espátula al desnudo Rubé pintando un desnudo masculino en Sant Lluc |
Como resultado de ello surge un amplio espectro de desnudos en poses clásicas o bien que a veces no lo son tanto. Mas, indudablemente, el cuerpo humano es para Rubé el medio ideal para conjurar todo tipo de emociones y es a partir de él que todo tipo de sensaciones y sentimientos de lo más diverso afloran en el artista, quien con celeridad logra registrarlos y plasmarlos en su obra.
"Desnudos con espátula en 5 minutos" anuncia la elegante invitación para la muestra de Néstor Rubé en la Galería Berni. Y, aunque a algunos les cueste creerlo, no se trata de broma ni exageración ninguna. Rubé mismo acabó por demostrárnoslo a todos gracias a una puntual experiencia artística. En la misma, y al cabo de unas cuántas aplicaciones de su espátula cargada con acrílico, el pintor ejecutó tres obras en pocos minutos. Claro que hubo quien cronometró el quehacer de Rubé y hasta casi llegó a reprocharle que "no fueron 5 minutos, sino 4 y medio". Sea como fuere, lo cierto es que el rigor profesional que Rubé pone en práctica al realizar sus trabajos es unánimemente apreciado.
Ludwig Mies van der Rohe solía decir que "menos es más".[3] Ello es perfectamente aplicable a las obras de Rubé, donde con no más de tres colores el pintor transcribe, como si fuese una especie de taquígrafo del siglo XXI, las irresistibles voluptuosidades de la humana carne, transformándolas a todas ellas—con una maestría no exenta de considerable gracia—en poesía visual.
La desnudez de los modelos representados también es compatible con el ya enunciado lema arquitectónico. Rubé incluso llega a prescindir del vestuario, mientras que cada obra suya presenta casi indefectiblemente un único protagonista, perfectamente bien emplazado en el formato rectangular al que el pintor por lo general suele darle preferencia. En parte debido a lo notado, las pinturas de Rubé se presentan despojadas, tanto de ornato como de anécdota: es el suyo un asunto deliberadamente antropocéntrico.[4]
Efectivamente, la figura humana es la gran estrella de Rubé quien, para dedicarle un protagonismo absoluto, llega a privarla hasta de un contexto. Es por eso que sus desnudos parecen en principio estar flotando en un espacio indefinido. No obstante, una reexaminación de los mismos tiende a demostrar que, en el caso de Rubé, eso es una ventaja. No se trata de un pintor que sufre de algún desarraigo misterioso, sino de alguien que intenta aplicarle una sabia economía tanto al arte como a la vida.
El factor narrativo brilla por su ausencia en los espatulados desnudos de Rubé, donde el entorno paradójicamente se presenta como un blanquecino panorama de la nada global. Entonces cuando inesperadamente emergen algunas variopintas nociones filosóficas, todas ellas tan deliciosas como lo son inquietantes. Porque aunque poco hable acerca de ello, lo cierto es que Néstor Rubé es un no declarado adherente del existencialismo de Jean-Paul Sartre, cuyo referente cardinal no es otro que El ser y la nada (1943).[5]
Rubé, El origen del mundo, 2015 |
En conversación con quien escribe, Néstor Rubé eventualmente se refirió a uno de sus desnudos femeninos como “algo bastante osado”, para acto seguido precisar que el título de dicha obra era "El origen del mundo".[6] De modo claro, ello nos remite a Gustave Courbet y su célebre óleo de 1866, L’origine du monde, hoy exhibido en el Musée d’Orsay e involucrando un prominente escorzo parcial, provisto de un par de carnosos muslos entreabiertos que, como si fuesen dos pesados cortinados, se abren ante nuestra mirada, para darle a la genitalidad de la mujer un protagonismo singular e indudablemente más que merecido.
Mas, debe aquí ser aclarado, que bastante lejos se encuentra la obra de Néstor Rubé de las abruptas provocaciones de su predecesor francés, a quien la sociedad parisina una y otra vez no dudaba en excluir de los salones oficiales. Muy diferente, por otra parte, ha sido el efecto producido por la obra plástica de Rubé al ser exhibida a escasos metros de las playas cariocas de Botafogo, donde fue—y aún es—recibida con gran entusiasmo y emoción por parte del público.
Aplicando el necesario rigor que la presente cuestión demanda, el acrílico al que Rubé eventualmente se refirió como "El origen del mundo" sí posee sus referentes visuales en la cultura europea, aunque no necesariamente en el mencionado cuadro decimonónico francés, sino en la heterogénea tradición e innovación itálicas, tanto de la Antigüedad como del Renacimiento. Es de estas últimas de donde proviene la pose de su paganísima Venus representada en plena dolce far niente.[7] Recostada, ella se entrega a un abandono suculento. Indiscutiblemente sensual es su pose que involucra un brazo derecho ya elevado, con el codo doblado y estratégicamente ubicado bajo la cabeza de la diosa del Amor. Debemos recordar que, en la cultura occidental, dicho brazo es apreciadísimo, dado que, entre otras cosas, eleva considerablemente el seno de la diosa y suele así poner a quien la contempla en el papel del fauno que se babea ante el llamado del instinto, cual perrito de Pavlov al sonar la campanilla. Significativamente, la pose en cuestión figura en admirables mármoles clásicos y adquiere un particular encanto en la Venus durmiente pintada por Giorgione en 1505-10 (afortunadamente preservada hasta el día de hoy en la Gemäldegalerie de Dresde).
Giorgione, Venere dormiente, 1505-10 |
Como si esto no fuera suficiente, todas estas estimulantes características, pero involucrando además los ojos de la protagonista ahora bien abiertos, reaparecen en el Desnudo recostado con almohadón blanco que el vanguardista italo-sefardí Amedeo Modigliani pintó en Montmartre en 1917. Son estos los referentes últimos del cuadro considerado por Rubé.
Modigliani, Nu allongé au cousin blanc, 1917 |
Respecto a las demás obras de Rubé, los referentes son demasiado numerosos para ser indicados todos aquí. Baste con decir que las poses de sus desnudos son reminiscentes de aquellas desarrolladas por pintores tales como Francisco de Goya y Lucientes, Paul Gauguin y Egon Schiele, entre otros. Con todo, en términos de expresividad y carácter, la obra de Néstor Rubé tiene no poco que ver con la alegría de vivir propia de Matisse y no menos con la refinada sensibilidad de Modigliani.
Néstor Rubé, quien es actualmente padre y abuelo, comenzó su quehacer plástico a una edad bastante avanzada. La madurez que caracteriza su obra es aquella de un hombre con experiencia en la vida. Trabajando sin boceto previo ninguno, Rubé conjuga en su obra el cálculo y el riesgo, atrapando la realidad e impregnándola con una cierta dosis de imaginación. Es por ello que sus desnudos son simultáneamente corpóreos y desmaterializados.
Rubé, Desnudo, 2015 |
La retina y la mano de Rubé juegan y transforman de un modo consonante aquello que el artista percibe en sus modelos. "Pero lo nuestro es pasar" sostiene un conocido verso de Antonio Machado,[8] casi con toda seguridad inspirado por el severísimo Libro del Eclesiastés, con sus alusiones a la fugacidad de la vida y el carácter transitorio de toda labor humana en este mundo. "Pasar haciendo camino, camino sobre la mar."[9] Aquí al menos en parte disentimos. Porque Rubé sí pasa haciendo camino, aunque no sobre la mar, sino junto a ella. Machado le dice al caminante que "no hay camino, sino estelas en la mar."[10] Y, con todo, estelas también se pueden percibir a medida que Néstor Rubé ejecuta su magia pictórica. "Caminante no hay camino", proclama Machado. Pero esto último se vuelve cuestionable en el caso de Rubé, cuya determinación y empeño en embarcarse a descubrir, del otro lado del océano, un territorio—llámesele—virgen, no pueden sino traer a colación la muy augusta figura de Colón habiendo ya parado el huevo ante Isabel la Católica y estando el genovés ya bien muñido de todos los medios necesarios para abrir entonces aquellas valiosísimas rutas de navegación que hasta el día de hoy siguen conectando no pocos destinos interatlánticos y otros tantos interculturales.
"Vanidad de vanidades. Todo es vanidad y aflicción del espíritu."[11] Bueno, todo no. Casi todo, ya que como conjunto, las pinturas de Néstor Rubé funcionan como una verdadera Oda a la alegría. [12] Recordar conviene aquí que en el mismo Libro de Eclesiastés también se expresa que hay un tiempo para todo en la vida, un tiempo para afligirse y otro para danzar.[13]
Rubé, Desnudo, 2015 |
Cierto es el que algún día ninguno de nosotros estará en este mundo. Es por ello que inteligente es la actitud de Rubé, quien en su trabajo recurre a la fórmula del Carpe diem.[14] ¿O acaso no son sus desnudos auténticos registros del aquí y el ahora?
A esta altura del campeonato, bien sabe Rubé que demasiado corta es la vida para pasársela uno lamentando cualquier tipo de leche derramada. Y es precisamente aquí donde importantes se vuelven las muy humanas configuraciones de Néstor Rubé, rebosantes todas ellas de espontaneidad y frescura, exultantes asimismo del ímpetu propio de su autor, persona que ama la vida. Tales configuraciones posiblemente inspirarán a varias generaciones venideras, tal vez como lo hacen hoy, particularmente en el caso de todos aquellos que solemos soñar cuando estamos despiertos.
Mariano Akerman
Río de Janeiro, 9 de julio de 2015
Notas y referencias
1. Cambalache, tango, 1934
2. Volver, 1935. En dicho tango se expresa: "Sentir... / que es un soplo la vida, / que veinte años no es nada..."
3. El maestro de la arquitectura moderna esta idea en lengua inglesa, "Less is more."
4. La imaginería de Rubé es heredera del Hombre vitruviano de Leonardo da Vinci.
5. Obra escrita en francés y publicada como L’être et le néant.
6. Néstor Rubé a Mariano Akerman, Galería Berni, Río de Janeiro, 8 de julio de 2015.
7. Expresión italiana que se refiere a la indolencia como el "dulce placer de no hacer nada."
8. Machado, Proverbios y cantares, 1909, poema XXIX. Para un análisis, véase Emilio J. García Wiedemann, "‘Proverbios y cantares’ de Antonio Machado no incluidos en Poesías completas", AIH, Actas XII, 1995, pp. 165-179.
9-10. Ídem.
11. Eclesiastés 1:2, 14.
12. Poema de Friedrich Schiller, compuesto en 1785.
13. Eclesiastés 3:4
14. Horacio, Odas, I, 11: "Carpe diem, quam minimum credula postero" — Aprovecha el día, no creas en el mañana. Se trata de una expresión latina, cuya traducción literal es “toma el día” y que se refiere al aprovechar cada día como si fuese el último.
Un tiempo para todo |
Nacido en Buenos Aires en 1963, Mariano Akerman es un pintor, arquitecto e historiador argentino. Como investigador y disertante desarrolla actividades educativas que promueven la libre expresión y la participación comunitaria considerando la idiosincrasia y el contexto cultural de cada individuo.
En 1982 inicia seus estudios en arquitectura el la Universida de Belgrano, donde recibe un diploma en virtud de un trabajo premiado, La natureza del espacio y los límites de la arquitetura (1987). Becado por el British Council, Akerman escribe Lo Grotesco en las pinturas de Francis Bacon en 1999, retomando la imaginería del célebre artista londinense en un artículo publicado en 2012.
A partir de 1981 Akerman da conferencias en instituiciones tales como el Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires, el Museu Nacional de Filipinas en Manila, el Colegio Escandinavo Hooptes Stajärna en Taytay, la Academia Nacional de Artes en Lahore, la Universidad Quaid-i-Azam en Islamabad y el Centro de Estudios Bíblicos de Río de Janeiro.
Especializado em Comunicación Visual, Akerman desarrolla también series de conferencias, concursos, talleres y exposiciones educativas en varios países, donde colabora con las embajadas de Bélgica, Suecia, Francia, Alemania y Suiza, incluyendo esto tambiém aquellas de su país natal. Empreendedor independente multidisciplinar, Akerman ha recibido doce premios internacionales en materia de arte y educación. Durante más de tres décadas de actividad, y habiendo frecuentado instituiciones culturales y educativas, Mariano Akerman presentó numerosas disertaciones tanto en Argentina como en Filipinas, Pakistán y Brasil.
En 1982 inicia seus estudios en arquitectura el la Universida de Belgrano, donde recibe un diploma en virtud de un trabajo premiado, La natureza del espacio y los límites de la arquitetura (1987). Becado por el British Council, Akerman escribe Lo Grotesco en las pinturas de Francis Bacon en 1999, retomando la imaginería del célebre artista londinense en un artículo publicado en 2012.
A partir de 1981 Akerman da conferencias en instituiciones tales como el Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires, el Museu Nacional de Filipinas en Manila, el Colegio Escandinavo Hooptes Stajärna en Taytay, la Academia Nacional de Artes en Lahore, la Universidad Quaid-i-Azam en Islamabad y el Centro de Estudios Bíblicos de Río de Janeiro.
Especializado em Comunicación Visual, Akerman desarrolla también series de conferencias, concursos, talleres y exposiciones educativas en varios países, donde colabora con las embajadas de Bélgica, Suecia, Francia, Alemania y Suiza, incluyendo esto tambiém aquellas de su país natal. Empreendedor independente multidisciplinar, Akerman ha recibido doce premios internacionales en materia de arte y educación. Durante más de tres décadas de actividad, y habiendo frecuentado instituiciones culturales y educativas, Mariano Akerman presentó numerosas disertaciones tanto en Argentina como en Filipinas, Pakistán y Brasil.
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26 comments:
¡Mariano! Me has dejado anonadado. Jamás pensé que alguien pudiera escribir lo que acabo de leer. No sé si podré dormir pero antes de ir a la cama quiero decirte que no puedo encontrar las palabras adecuadas para agradecerte esta apasionada apreciación. Yo estoy que no quepo dentro de mí.
Un abrazo más que fuerte.
Néstor
Hola Mariano. ¡Buenísimo! Es un placer leer esta nota y conocer la obra del pintor argentino.
Cariños,
Silvia
Curioso uso del rojo y el negro. En la mayoría de los trabajos ilustrados, coincide con los tres colores del Pa-Kua chino: rojo simboliza la vida, sangre, humano; negro representa sombra, base, suelo; blanco es metal, agua, etc. Me gusta tu análisis y algo de la obra también.
Abrazos,
Martiny
Mariano,
Me encanta tu crítica. ¡Maravilloso texto! Hoy lo ví a Néstor y era palpable su emoción. Vamos a darle difusión desde el ICBA.
¡Qué buena espátula-pluma que tenés!
Un beso grande
Alana
Mariano:
Del pintor se advierte convicción en sus trabajos, como también soltura y plasticidad en loss trazos fortalecidos además por la definición de sus colores que transmiten la personalidad del autor.
Muy buena tu lectura sobre el pintor y su obra. Tu análisis es enriquecedor y brillante.
Un abrazo,
Ana.
Brillante y Amigo.
Fantástico. Es un trabajo plástico sin retoques. Admirable. Me emociona. Y el texto está escrito con suma propiedad.
Muy lindo laburo. Denota movimiento tanto en la obra, hermosa por cierto, como en la amplitud del comentario crítico, desde Goya y el codo hasta Machado en el camino. Beso, Clau.
Lovely.
Bom dia,
Estou tão encantada pela arte de Rubé e pela sua sensibilidade em captar, artisticamente, com uma espátula e poucas cores, a expressão corporal e a sua representação simbólica em "espatuladas" com beleza, simplicidade, elegância e emoção. Fiquei comovida, diante de sua obra.
Mas, Mariano, não menos encantada e sensibilizada, eu fico com o seu conhecimento artístico e cultural e com sua percepção e empatia, diante do belo e daquilo que revela "qualidade", seja em que área for.
Mariano, você "sente a sensibilidade" e a essência do "o que importa mesmo", tanto nas artes, como no conhecimento, como nas pessoas ... e eu admiro e gosto muito dessa percepção que você tem.
Tenho honra em ser sua amiga
Abraços
Vera
Hola Mariano:
Me gustan tanto el pintor como tu artículo sobre él.
A mi me agrada el juego de la figura y el fondo. Me impresiona muy bien, la resolución de la figura masculina.
Buena estética.
Muchas gracias por compartirlo,
Beso grande
Néstor
Me encanta todo lo que escribe Mariano Akerman. ¡Qué orgullo mi querido amigo! Me puedo imaginar lo contento que estás.
Un abrazo muy fuerte,
Deia
Néstor, ¡qué maravilla de critica!
Merecida. Te felicito. Qué bueno propiciar que se conozca.
Un abrazote
Ana Falú
Felicitaciones por la critica. Ha nacido un artista. Enhorabuena.
Comparto esa crítica totalmente, ¡felicitaciones!
Néstor, tu arte cada dia es más interesante.
Néstor: cuánto me alegro de que te hayan hecho esta crítica, es muy importante, y muy conceptuosa y detallada.
Néstor, ¡qué buena la crítica!
Puedo imaginarme lo contento que estarás.
Felicitaciones.
Besos,
Aurora
Magnifica la critica. Identifica tus antepasados artisticos y al mismo tiempo presenta tu contribution original al tema. Felicitationes.
Abrazos
Isaac
Increíble la revista y brillante contexto para tu desnuda creatividad.
Me gusta la crítica con erudiciones: tiene momentos muy certeros, como la del taquígrafo del siglo XXI que transforma la carne humana en poesía visual.
Besos y felicitaciones
Hola Mariano,
Leí cuidadosamente tu texto sobre la obra de Néstor y me encanta. Tu profundidad y conocimiento son enriquecedores. Más que esto es imposible, solamente ver la obra en vivo, con los desnudos intensos de pasión.
Un beso
Saludos
Aplausos que celebran las palabras escogidas para compartir el maravilloso arte de Néstor Rubé. Es una obra, una exposición que inunda los sentidos de emoción. Felicitaciones, porque esos dibujos no se miran, se sienten. Gracias por compartir.
Te acercas cada vez más a génesis y origen. David limpia las heridas de Goliat. Buen trabajo. Muy buena crítica. Un abrazo estrecho, David
Excelente artículo, Mariano. Entre las pinturas de Rubé me gustan las de poses no agresivas ("osadas"). La belleza de un desnudo se pierde cuando la atención va hacia una sexualidad descontextualizada. La genitalidad del desnudo no causa estupor gracias a la proporción del enfoque. Si la genitalidad se subraya, es difícil recordar o ver mucho más, siendo la sexualidad un instinto tan fuerte en la psique del ser humano. Una sexualización agresiva del desnudo lo hace chocante, pero no atractivo ni bello.
Yo no veo ninguna agresividad en la obra y pienso que sí existe en ella una proporción en el enfoque. Más aún, nada tiene este trabajo que ver con "sexualización agresiva" ninguna. Al contrario, la obra habla tanto de experiencia como de sensibilidad.
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