1.12.13

El Prado Desaforado


Específicamente ligado a una insólita lectura de un cuadro de origen flamenco, el siguiente texto tiene su origen en un tema en parte ya tratado por quien escribe.


Texto con inventados caracteres en teoría de "tipo cuadrado" que pretenden pertenecer a la cultura asquenazí.

El detalle arriba ilustrado pertenece a La Fuente de la Gracia, óleo sobre tabla de pintor anónimo flamenco. Realizado entre 1435 y 1454, el cuadro a veces es acompañado por el ampuloso subtítulo "Triunfo de la Iglesia sobre la Sinagoga", pese a que tamaña expresión no es más que un agregado interpretativo español decimonónico.

La tabla flamenca se exhibe en el Museo del Prado.

Anónimo flamenco, La Fuente de la Gracia, c. 1435-54
óleo sobre tabla, 181 x 116 cm

De actitudes inoportunas

Sorprende descubrir que el Museo del Prado haya adoptado tremebundo esperpento decimonónico para subtitular una de sus tablas, a la que describe como si el mundo se hubiese quedado detenido en el pasado, bañado por el tenebrismo de los tiempos primitivos.

En este sentido, el Museo del Prado se diría que decepciona, ya que su mensaje es, como mínimo, interreligiosamente incorrecto.

Y lo es además por varios motivos. Ante todo porque históricamente España expulsó a sus judíos y ese gesto es para dicho país un punto no necesariamente elogiable. Agréguesele a ello los para nada despreciables trescientos cuarenta y tres años de Inquisición española (1478-1821) y la persistencia de su efecto sobre la población peninsular: ¿o no se sospecha acaso en España que todo "nuevo cristiano" es de por vida un "marrano"? Seguidamente, la actitud es incorrecta porque parte de la población española hoy sí se ha autodefinido como judía y, presumiblemente, visita el madrileño museo del mismo modo que cualquier otro segmento perteneciente a la población de ese país. Finalmente, porque la intolerancia, lejos de abrir puertas, las cierra.

Dicho en otras palabras, un gesto fuera lugar.

Goya seguramente hubiese respondido a esto con la leyenda de su Capricho más famoso: "El sueño de la razón produce monstruos".[1]

El Papa Francisco llama al diálogo interreligioso; mas el Prado, ¿añora aún el ostracismo oscurantista y la intolerancia de los tiempos pre-napoleónicos?

El mensaje del Prado no pinta un retrato de España como país evolucionado y poblado de gente inteligente, creativa y cultivada.

El siguiente texto fue escuchado online y se refiere a la ya mencionada tabla flamenca. En relación a los dos grupos congregacionales representados en términos deliberadamente antitéticos (cuando la baja Edad Media), la anónima voz de Pradomedia proclama con un tono de hecho poco acorde a los tiempos que hoy corren:

A un lado de la fuente aparece la Iglesia representada por las jerarquías religiosas y laicas que reconocen su Verdad y adoran sus Santas Formas; al otro lado aparece la Sinagoga, tan ciega a la Fe como el Sumo Sacerdote con la venda.[3]

Más allá de la rimbombante parcialidad de las ideas expresadas, el problema de las palabras pronunciadas reside particularmente en los rotundos términos interpretativos que la voz de Pradomedia proclama, con el agravante de que quien los emite es alguien indeterminado. Alguien que en arroja la piedra, pero esconde la mano.

Así, —cobardemente—, la anónima voz de Pradomedia no sólo agrega sal a heridas que datan de no menos de cinco siglos, sino que brinda también la peor imagen posible del nivel educativo y pedagógico de la España actual en lo que a experiencia museológica se refiere.

Recordar aquí conviene aquello que Antoine de Saint-Exupéry escribió en 1943: "sólo con el corazón se ve bien, lo esencial es invisible".[2]

El andar haciendo desaforado proselitismo religioso online en nada enaltece al Prado, sino que logra efectivamente todo lo contrario.

Acaso sea posible que lo que concierne a la anónima voz de Pradomedia sea solo un caso aislado, pero el caso en cuestión se presta a ser interpretado como un telling-all, o sea, aquello que todo lo dice. Reza un refrán que "para muestra basta un botón".

Pradomedia debería tomar como ejemplo trabajos tales como la apta presentación que Steven Plank hace de La Fuente de la Vida en 2012 para el Allen Memorial Art Museum, donde el lenguaje empleado es objetivo y equilibradamente académico (en lugar de desbocarse en innecesarios engreimientos proselitistas). Plank se responsabiliza por lo que dice, la anónima voz de Pradomedia no.

¿Podría Madrid eclipsar Gante?

Las hipótesis acerca de la fecha en que la tabla del anónimo flamenco fue ejecutada son numerosas. Hay hasta quienes sostienen (más por capricho que por evidencia) que la tabla en cuestión incluso precede al mismísimo Políptico de Gante, monumental obra que el ilustre Jan van Eyck terminó en 1432 y se preserva en la Catedral de San Bavón, en Gante, Bélgica.

De más está decir que cada persona es libre de creer lo que se le de gana. Y, con todo, existen siete aspectos que bien merecen aquí ser considerados:

• Dimensiones. Mientras que el cuadro del anónimo flamenco mide 181 cm de alto por 116 cm de ancho, el políptico de Jan van Eyck consta de 375 cm por 260 cm cuando está cerrado y llega a alcanzar 375 cm por 520 cm al encontrarse abierto. Conviene aclarar que el cuadro del anónimo flamenco a gatas alcanza la altura de 181 cm y ello solo gracias a una muy estrecha protuberancia que contiene una torre-pináculo representada sobre la figura de Cristo: de no ser por ella, la altura real del cuadro del anónimo flamenco se reduciría a no más de 130 cm, algo así como un mero tercio del Políptico hoy en Brujas. Ergo, cada una de las dos áreas prácticamente cuadradas que en la imagen encima ilustrada ha quedado en blanco es más que suficiente para volver a representar (en cada una de ellas) otro grupo de personajes análogo a aquellos que se encuentran el el registro inferior de la madrileña tabla y que ostenta no menos de once personajes.

• Escala e impacto. Dadas sus dimensiones, el cuadro del anónimo flamenco es una obra relativamente modesta, una que indudablemente muy lejos está de generar en el espectador el extraordinario impacto emocional que se produce al contemplar el enorme Políptico de Jan van Eyck.

• Estilo. Debido a que las dimensiones del cuadro del anónimo flamenco no son demasiado generosas, la hechura de los rostros de algunos personajes, tales como aquellos del Cristo y María en particular, tiende a asemejarse fuertemente al esquematismo y limitaciones propias de los diminutos libros de horas y otros manuscritos miniados del medievo. Esto contrasta rotundamente cuando se observan los espectaculares detalles de los mencionados rostros en el Políptico de Jan van Eyck, donde cada rostro constituye de por sí ya una verdadera obra maestra del arte universal.

• Atmósfera. Una armonía casi sin precedentes en la historia del arte gobierna hasta el último centímetro cuadrado del Políptico de Jan van Eyck. La armonía posiblemente prevalecería en el cuadro del anónimo flamenco de no haber éste representado el tenso grupo sinagogal que figura en la parte inferior derecha de la madrileña tabla. Dado el extremo antijudaísmo con el que fue representado, tal grupo no solo constituye un elemento inquietante o perturbador en la misma, sino que además le resta importancia al tema fundamental de la obra, que no es otro que la manifestación de Cristo como fuente de gracia y vida a través del sacramento de la Eucaristía. Así, las armonías divinas y musicales que figuran en los registros superiores de la tabla del anónimo flamenco son drásticamente quebradas por la exasperante disonancia teológica que ese pintor genera al recurrir a la dicotómica y antinómica, medieval imaginería teológico-eclesiástica de corte antisemita.

• Foco de atención. Mientras que en el Políptico de Gante toda la atención del espectador es dirigida hacia el motivo central del Cordero Místico, en el cuadro del anónimo flamenco, la armonía general termina siendo empañada por la tensión de lo particular y, debido a ello, el subtítulo de la obra tiende a eclipsar al título de la misma: más allá de su posición jerárquica en la obra, estático y paralizado queda Cristo ante el maniqueísmo del contraste teológico-eclesiástico, que —dicho sea de paso— de cristiano tiene poco y nada.

• Compromiso personal. El Políptico de Gante lleva la firma de Jan van Eyck, en tanto que la hoy madrileña tabla del desconocido flamenco se hunde en el anonimato.

• Ética profesional. Van Eyck fue un artista cultivado en todo sentido de la palabra y su obra comunica un mundo de armonía total a partir de la inclusión. El anónimo flamenco si bien hasta cierto punto hábil como pintor, posee a su vez lagunas que tienden a empequeñecerlo ante la figura de Van Eyck. A diferencia de este último, el anónimo flamenco por ejemplo no entendía hebreo, pero tampoco recurrió a nadie para superar su propia limitación; intentó representar algunos caracteres del idioma bíblico pero a su vez los entremezcló con otros tantos por él fabricados y tornó así la masorética escritura en un texto pseudo-hebreo que a su vez es también ilegible. El absurdo engendrado por el flamenco anónimo es acabada evidencia de sus limitados conocimientos, cosa que lo sitúa en un plano inferior a aquél propio de Jan van Eyck.

• Iconología. El Políptico de Jan van Eyck es un himno excelso, puro y esperanzado; el cuadro del anónimo flamenco intenta ser algo semejante, pero su supuesta armonía se hunde en una especie de farsa teatral tendenciosa. El anónimo flamenco es indudablemente servil a los viejos conceptos medievales (crispación incluída); Jan van Eyck es original, vanguardista, universal: el auténtico precursor del renacimiento norteño. La tabla del anónimo flamenco sería solo una vela más en medio de la tempestad interreligiosa; el Políptico de Jan van Eyck es indudablemente un faro cardinal para todo el occidente cristiano.

Pseudo-hebreo en el Prado

La tabla en el Prado presenta una serie de inscripciones pseudo-hebreas, perceptibles en las vestiduras del sumo sacerdote de los israelitas, un gran rollo que se supone contendría las profecías bíblicas, un estandarte quebrado con fondo amarillo y un pequeño pergamino a punto de romperse y al que uno de los diez personajes representados en proximidad al sumo sacerdote parece estar consultando o acaso destruyendo.


Proliferación de inscripciones pseudo-hebreas: seis detalles de la flamenca tabla exhibida en el Prado. Click derecho sobre la imagen suele ampliarla.

Epigrafía. Imposible resulta leer los textos en teoría bíblicos y expresados en caracteres de "tipo cuadrado" que pretenden pertenecer a alguna cultura asquenazí: ellos incluyen nada más ni nada menos que veinticinco caracteres pseudo-hebreos inventados por el anónimo flamenco. En la siguiente imagen tales caracteres son indicados con círculos blancos.


Gato por liebre. Las inscripciones ejecutadas por el anónimo flamenco constituyen literalmente un híbrido textual y son a su vez un disparate tanto sintáctico como semántico. Click derecho sobre la imagen suele ampliarla.

"Dime de qué alardeas y te diré de qué careces." Tiempo atrás, poco después que el otrora arzobispo de Buenos Aires fuera electo Papa en Roma, dos amigos, uno español y otro argentino se encuentraron a tomar un café. Con sus conocidos ímpetus de peninsular, el español le dijo al argentino: "Pues mira hombre, el papa será argentino, mas, recuérdatelo bien, Dios es español". No demasiado convencido al respecto, el criollo le respondió: "Sí, el papa es argentino, pero Dios es hebreo." Y, acto seguido, agregó con su característica entonación porteña: "¿O acaso vos te pensás que Dios nació en Madrid?"

Trascender el embrujo flamenco

Los ropajes ostentosos y las inscripciones pseudo-hebreas son asunto corriente en el arte de los primitivos flamencos.[4] Sin embargo, Jesús jamás anduvo disfrazándose de nada que no fuese y, por otra parte, conocía los textos hebreos conteniendo las profecías bíblicas como la palma de su mano.



Acerca de cuál es el primero de los mandamientos, Jesús responde: "El primero es: « Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. » [Deuteronomio 6, 4: Shemá Israel] El segundo es: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » [Levítico 19, 18]. No existe otro mandamiento mayor que éstos." (Marcos 12, 29-31).

Para nada moderno y muy siglo XXI. Entre los ejemplos notables de superación del complejo antinómico eclesiástico medieval, particularmente sutil es un semi-asbstracto par escultórico realizado por la hermana contemplativa Turnbull.

Hermana Paula Turnbull, Synagoga et Ecclesia, bronce, 2000.

Apariencia y realidad

Monolítica se supone que es naturaleza de la catolicidad española. Javier Noya nota que "a nivel descriptivo, [...] se ve o se imagina una España aún tradicional y religiosa".[5] La convencional imagen turística del español, por otra parte, lo introduce como alguien muy religioso; aunque hoy es sabido que se trata de un "estereotipo clásico".[6] Se insiste en la religiosidad de los españoles y el que van siempre a misa: pero, por más que España esté llena de iglesias y posea una mayoría católica, la verdad es que sólo un 13,2% de su población acude regularmente a misa.[7]

A la noción de desmesurada religiosidad suelen aderhírirsele otras que no son particularmente alagadoras: lejos de constituir elogio ninguno para el catolicismo, el mensaje del Prado contribuye a perpetuar el estereotipo del español personificado a través del bruto Manolo, un "gallego" que —según Pepe Mulero— simboliza lo español en términos de estupidez, torpeza e incultura.

Manolo o lo español estereotipado.

El mensaje del Prado tiende además a corroborar la validez de aquello alguna vez expresado por Gutiérrez: “La nación española nunca ha salido de un puesto humilde e ignorado en la escala de la civilización europea”.[8]

A ello debe agregársele que de los escritos de Noya emerge que no faltan personas que no desean hacer turismo en España porque piensan que sus museos no son interesantes.[9] Probablemente a estos últimos se le sumen hoy quienes evitan visitar el Museo del Prado, por considerarlo museológicamente discriminatorio y católicamente desacertado.

Dime de qué alardeas... y te diré de qué careces.

El mensaje emitido por el Prado insiste en perpetuar una diferenciación a partir de la otredad y através de la tensión maniquea del "nosotros y ellos". En este contexto conviene recordar que Ricardo García Cárcel afirma que "en Francia y en Inglaterra, sobre todo durante el último decenio del reinado de Felipe II menudeaban las referencias al judaísmo del monarca y del propio duque de Alba, a la par que los españoles, en su conjunto, son tratados de semijudíos, semisarracenos … y ateos."[10] A él se le suman otros tantos autores que no dudan en establecer linajes hebraicos para los mismísimos Reyes Católicos, quienes por más católicos que pudiesen haber sido o no, innegable es el que llevaron toda su vida nombres hebreos: etimológicamente Fernando e Isabel provienen de Efraín (אֶפְרַיִם) y Eliseba (אֱלִישֶׁבַע).

Efraín fue hijo del patriarca José y ancestro de Josué, líder de las tribus israelitas durante la conquista de Canaán; Eliseba fue la esposa de Aarón, el primer Sumo Sacerdote de Israel y ancestro del linaje sacerdotal.

Estereotipo y educación crítica

Se presenta continuación un extracto del esclarecedor artículo de Joaquín María Aguirre titulado "Sobre los estereotipos", publicado en la colombiana Revista Cronopio, edición 53, 19 de agosto de 2014:

Hubo un tiempo en que solo nos conocíamos a través de los relatos que nos traían desde los lugares más remotos. La imagen que nos formábamos de los distantes se construía con historias y descripciones más o menos cercanas a la realidad y la imaginación hacía el resto. Podían ser las historias de caníbales y palacios lujosos, de ritos placenteros o infernales. Aquellas historias prendían pronto y se concretaban en construcciones de gran resistencia al cambio, que se insertaban en el imaginario propio de cada pueblo constituyendo los estereotipos.

Los seres humanos poseemos un lenguaje que no solo nos sirve para poder comunicarnos sino que supone también una forma de clasificación del mundo. Etiquetamos y clasificamos. De alguna forma, esas clasificaciones construyen la propia cultura, su espacio entretejido. Frente al caos, la cultura es orden y el lenguaje es nuestra herramienta cognitiva y comunicativa para ello. Ponemos nombres, contamos historias, clasificamos el mundo y lo transmitimos.

Al ordenar el mundo lo hacemos inteligible para nuestra propia supervivencia en él. Todos esos materiales ordenados constituyen un segundo mundo, el de la Cultura, un universo de relaciones y valores, de categorías y clasificaciones, de jerarquías y recuerdos. La Cultura es nuestro mundo humanizado, pues es su traducción a diversos lenguajes que lo hacen manejable, aprehensible y comunicable. Una «cultura» es un sistema de clasificaciones y explicaciones compartido. Cuando vivíamos separados, los sistemas permanecían estables. Pero ahora vivimos próximos, en un universo empequeñecido en el que nuestras diferentes visiones se pueden convertir en obstáculos para la convivencia.

En […] entrevista[, …] Frans de Waal [… expresa] que los mismos mecanismos que actúan como refuerzo de los vínculos en los grupos son los que hacen que veamos a los que no pertenecen a ellos como enemigos. Mediante una misma operación clasificatoria se realiza una acción incluyente y otra excluyente, lo que queda dentro y lo que queda fuera; nosotros y ellos.

El estereotipo es una forma de encapsular información del mundo para compartirla. Hay informaciones que están en continua transformación. Pero las más de las veces esas informaciones nos llegan a través de los flujos sociales convertidos en piezas compactas, resistentes a la erosión del tiempo. El estereotipo es una unidad cerrada y resistente al cambio; es una forma de clasificar el mundo, de evaluarlo para compartir una mirada.

Si el «prejuicio» es una forma de valoración sin experiencia previa, el «estereotipo» es la reducción de la complejidad de algo hasta los mínimos elementos que permitan su identificación nítida. Convertir algo en un estereotipo es realizar un recorte simplificador que sustituye al objeto real, que queda fuera de la visión. El estereotipo es una forma de ceguera ante la diversidad. Son los prejuicios los que dirigen la construcción y fijación del estereotipo. Es difícil escapar de ellos porque se entrelazan en el día a día de la comunicación; son moneda de cambio.

Los estereotipos son muy poderosos pues se insertan en todas las manifestaciones culturales en las que se representa al que ha sido reducido. Son duraderos pues se refuerzan constantemente mediante su repetición textual y discursiva. Se cuelan en chistes o en dramas profundos, en spots publicitarios o en grandes producciones, y es muy difícil escapar de ellos a ellos. He utilizado el verbo «escapar» porque me parece la forma de expresarlo más correcta. Los estereotipos forman parte de nuestra trama cultural y establecen las condiciones del diálogo social.

[…] Hay una parte creativa en la cultura, dinámica; pero también hay una parte repetitiva, estática. Estereotipos, tópicos, clichés, prejuicios, etc. son unidades de contenido de nuestras culturas que constituyen la parte estática, la que queda para uso común respecto a elementos internos y externos.

El estereotipo tiene mucho de cárcel cultural. En ella encerramos y somos encerrados; con ellos clasificamos y somos clasificados. La época en que la gente apenas se movía de sus espacios ha concluido y hay una sensibilidad mayor por la exposición más intensa que los medios de comunicación realizan.

La forma más adecuada de enfrentarse a ellos es a través de la educación crítica, de no dejar sin revisar lo que tenemos a mano de forma permanente. La mayor ceguera la produce aquello que permanece ante nosotros, que ha crecido con nosotros. Todas las culturas, todos los países, todas las comunidades, todas las lenguas mantienen en su interior estas bombas de relojería que el aumento de la comunicación revela. Debemos ser cuidadosos en no caer en ellos porque cada error contribuye a reforzarlos.[11]


En entrevista, el primatólogo Frans de Waal considera la noción de empatía y puntualiza:

Nuestras investigaciones han comprobado que tanto en simios como en humanos, es mucho más fácil sentir empatía por alguien que conocemos, que por desconocidos. Así que la empatía no es nada imparcial, sino que la sentimos sobre todo hacia personas que se parecen a nosotros, y nos resultan familiares. La otra cara de esta moneda es que nos cuesta empatizar con los extranjeros y los diferentes. Creo que la religión también funciona así: fomenta la cohesión de un grupo, pero simultáneamente genera hostilidad hacia otros. Este mismo mecanismo lo hemos observado en todos los primates: empatía y cohesión hacia dentro, pero desconfianza y agresividad hacia fuera.[12]


¿Por quién doblan las campanas?

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy involucrado con la humanidad; y por ello no envíes nunca a preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.[13]

Notas
1. Los Caprichos, 1799, estampa n°43.
2. Le Petit Prince (El principito), 1943: « On ne voit bien qu'avec le cœur ; l'essentiel est invisible pour les yeux ».
3. Describiendo la maniqueísta imaginería de tabla, agrega: "Mientras la cruz que sirve de estandarte a los cristanos se maniene erguida, el estandarte de la Sinagoga aparece quebrado."
4. Véase Gary Schwartz, Pseudo-Semitism, Holanda, 2010.
5. Imagen de España en el exterior, Real Instituto Elcano, 2002, pp. 70, 75.
6. Estereotipo e imagen de los españoles, Imagen Turística España, sin fechar.
7. "12 Estereotipos totalmente falsos sobre los españoles", Yahoo Noticias, España, 22 de septiembre de 2014, imagen 2 de 12.
8. Citado en Página/12, 4.11.2000
9. Imagen de España en el exterior, 2002, pp. 135-136.
10. Ricardo García Cárcel, La leyenda negra: historia y opinión, Madrid: Alianza, 1992, p.84 (Julián Juderías, La leyenda negra: estudios acerca del concepto de España en el extranjero, Salamanca: Junta de Castilla y León, 1997; Feliciano Páez-Camino Arias, La imagen de Felipe II y los estereotipos sobre los españoles y su historia, Dutch Revolt: De Tachtigjarige Oorlog, Universidad de Leiden, 22.2.2012).
11. Joaquín María Aguirre, "Sobre los estereotipos", Revista Cronopio, edición 53, Medellín, 19 de agosto de 2014: Sociedad Cronopio.
12. Entrevista a Frans de Waal: El origen de la ética no es Dios, sino los simios, El Mundo, España, 13.5.2014.
13. Meditación metafísica del poeta John Donne: "No man is an Iland, intire of it selfe; every man is a peece of the Continent, a part of the maine; if a Clod bee washed away by the Sea, Europe is the lesse, as well as if a Promontorie were, as well as if a Mannor of thy friends or of thine owne were; any mans death diminishes me, because I am involved in Mankinde; And therefore never send to know for whom the bell tolls; It tolls for thee" (Donne, Devotions upon Emergent Occasions, 1624, XVII; citada por Ernst Hemingway en For Whom the Bell Tolls, 1940).

Investigación de Mariano Akerman
Ecclesia et Synagoga
Las alegorías teológicas y sus atributos
La llave del enigma
Cantar de los Cantares
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